viernes, 7 de septiembre de 2012

El ídolo



Todo el mundo conoce al ídolo por internet. Muchos flipan con él, con todo lo que tiene y las fotos que se hace. Otros lo odian, precisamente por eso. En qué trabajas para poder comprarte todo eso, le escribían algunos sin rubor. Imagino que lo maldecían en privado: será chuloputas, el tío!  y a mí me cae muy bien precisamente por eso. Aunque la verdad es que no lo conozco, ni nunca he hablado con él. Solo tengo un casco que fue suyo.

El ídolo se fue haciendo célebre, tiempo atrás, por colgar en foros las imágenes de sus cien mil kits. Fotos limpias, bien tomadas de material que poco a poco se fue haciendo excepcional. Se pasó después a la recreación, y para mí que fue uno de los responsables del apogeo del SEAL en España y de toda la vara que dieron otros reenactors mucho más cutres y de última hora que él. El tío iba colgando fotos, bodegones, sesiones ya en campo. Alucinantes, nada se había visto aquí antes que las suyas. Ser el primero que hace fotos en río (un clásico a partir de entonces) tiene sus ventajas. Y la peña, tan vulgar, insistiéndole. Pero en qué trabajas, qué envidia, qué envidia. El tío, que naturalmente es de pasta y cuando te viene de familia se nota, lo dejaba pasar elegantemente. No creo que exhibiese esa habitación repleta de cosas de la guerra -y un sofá edición limitada de miles de euros, así que no hablamos de uno de esos muertos de hambre que solo gastan la pasta en gear y viven fatal- para chulearse, porque lo que tenía era con criterio. Algún material SEAL que tenía era de ese que es imposible de conseguir salvo que conozcas a nadie en Little Creek, Virginia, USA. Admirable.

Junto con otros colegas, hizo -ya dos años atrás- una sesión de fotos que entre lo bien ejecutada y que fue la primera en hacerse a ese nivel, queda como mítica, canónica.  Después de eso, imposible de superarse, todo obras menores. Creo que, como en toda buena anécdota, termina con un "después se metió en el Ejército..."

jueves, 6 de septiembre de 2012

No sabría definir qué es el milsim, pero lo reconozco cuando lo veo




Una de las bizantinadas favoritas de los aficionados a esa cosa es definir qué es simulación militar. Qué tiene que tener un avento para poder apellidarse milsim. Es normal que tal cosa ocurra, por la querencia teorética que envuelve a las actividades de simuación por una parte, y también porque a cualquier puta mierda se le ha llamado milsim.

Para enrevesar más la madeja, esta hipotética definición depende sobremanera desde la posición del enunciante: no pocas veces se anuncia como partida de este tipo algo que no es más que una simple partida de airsoft con guión. En el otro extremo, hay no pocos que conciben la simulación militar como algo escasamente ligado al airsoft. Como otra cosa. El que estas posturas respondan a un deseo de diferenciarse del tipo de acitivades que se realizan bajo el manto del airsoft es algo que no puedo esclarecer bien.

Antes de secesionar ambas ocupaciones cabría analizar algunos mantras que se vienen sosteniendo. Como que el milsim es una evolución del airsoft, con lo que estoy radicalmente en desacuerdo. La estupidez del que señala que ese que va tan equipado seguro que no juega bien,  la necia soberbia del que menosprecia la sencillez y las pocas pretensiones o el maniqueísimo de si el primero es mejor que el segundo -nadie dice lo contrario, salvo algunos que luchan a capa y espada contra el paramilitarismo de eso de andar con réplicas de armas- y desembocando inevitablemente en esta nebulosa definición.

Hay una pequeña fábula que me gusta mucho,  y que esboza el "techo de cristal" que muchas veces define lo que es el milsim no ya para equipos, sino para cada persona. Lo que uno considera excesivo ("para qué hace falta rapelar, si nunca lo voy a hacer"?) para otros será tan básico como el caminar. Y uno llamará flipado a otro y el éste, panchito aquel. Ley de vida cuando la tolerancia no se lleva bien.

Ahí va:

Un equipo de simulación militar, unos amigos toman la decisión de intentar ser los mejores, en hacer todo lo que se les pueda pedir. Determinados a ello se apuntan al gimnasio, quedan para correr juntos kilómetros y kilómetros para que ninguna barrera los pueda parar. Para que cuando los demás están cansados, para ellos todavía ni ha empezado lo difícil. Estudian el mejor equipamiento, lo compran, evalúan sus características. Tiran como diablos, quemando cartuchos gastanto bolas como si no hubiese un mañana. Sus réplicas no dan margen de error. Sonríen a la vez que sufren entrenando, sabiendo que cada hora que invierten les acerca a su objetivo. Hacen cosas que sobrepasan todos los límites del airsoft :esto es simulación militar, claro que necesitamos manejar cuchillos!

Un día, durante un entrenamiento, suben a la montaña más alta después de cumplir un montón de misiones muy técnicas. Han hecho cosas que solo se ven en las películas y en alguno de esos videojuegos, están pletóricos. Exclaman: "hemos hecho lo que nadie más es capaz, no hay ningún equipo más milsim que nosotros!" En ese momento les caen bolsas negras sobre la cabeza y quedan aturdidos. Asustados y confusos, cuando se recuperan encuentran un dossier donde aparecen fotos suyas y de todas sus actividades: les habían seguido desde su comienzo, como parte de un ejercicio rutinario. Al final del documento, una dirección web. La de otro grupo de simulación militar.

lunes, 30 de julio de 2012

Que no se te olvide ser sexy! (I)



Puede que esté en un error, pero quizás sea España el único país en el que además de confundirse de mala manera el reenactment con el geardoism, haya una vehemente insistencia en mantenerlo.

En España hay un par de revistas de airsoft (asoma la cabeza en el escenario un tercer factor que no tiene que ver con los dos previos) bien correctas en lo suyo, pero que persisten número tras número, indicación sobre su error tras otra, en llamar "geardos" a "recreadores".

Para liarla más, la tan por ratos interesante como poco user-friendly página web sobre recreación moderna en castellano se llama Geardos.es. No solo eso: sorprendentemente la discursión ahí sobre gear -equipamiento- ajeno a la recreación no es muy popular.

Este simpático embrollo a tres bandas quizás tenga su origen por la poca trayectoria que les comtempla en este país, o porque se han dado entremezcladas más o menos intencionadamente.  Si tratamos de ser lo más asépticos posibles al formular una definición, tal vez nos atrevamos a trazar las líneas maestras de cada uno de estos tres actores.

La recreación [histórica] es la más asentada de estas tareas, por antigüedad en sus actividades más señalables -pese a que no le supongo mayoría de edad-  y por la solidez del perfil de sus asociaciones y actividades. Hacerse un loadout de húsar napoleónico, Waffen SS o legionario romano no es barato y tampoco suele ser ejercicio solitario. Además suele estar ligado a propósito más o menos didácticos. Pero las épocas tan pretéritas, las más pujantes en calidad y cantidad del fenómeno, no nos interesan en este caso lindante al airsoft. Este terreno pertenece a una disciplina todavía más reciente, la recreación moderna. Más o menos, posterior al Vietnam. Como fenómeno novedoso, fronterizo y todavía por cuajar, cuenta muchos flecos y no se rige por las mismas normas que las antes citadas. Hay un fuerte factor de coleccionismo y lo que cuenta es la adecuación a la unidad y período a representar antes que tu preferencia como usuario, que debe ser nula a estos efectos.

El geardoism, neologismo como un castillo, aquí tiene nula tradición. Eso del material táctico-policial-militar fuera del estándar tiene sentido en América donde fue alumbrado, donde hay un potentísimo mercado tanto civil como uniformado y estos últimos han disfrutado cierta libertad para personalizarlo. Un geardo es un señor que ama el gear. Que piensa lo que quiere para cubrir una necesidad y busca según su criterio de usuario de armas de fuego o de ambientes poco convencionales. Por tanto el aspecto coleccionista también existe, pero se invierten radicalmente las prioridades en la elección: primero tus soluciones para una necesidad, luego todo lo demás.

Partiendo de ahí, ambas coinciden en el cool factor. Esto existe -supongo- en el curling o los gitanos que entrenan pajarillos cantores: hay modas, tendencias... pero los prescriptores de los reenactmen pueden ser SFs, y los de los geardos tiradores de 3 Gun, por decir.

La diferencia parece clara, como los puentes que se pueden tender.

Pero viene nuestra común afición para liar el tema, para variar. 

El airsoft como cajón de sastre (lo fundamental es pegar a otros con bolas disparadas por aire, a partir de ahí todo son variantes con más o menos que ver) nace más o menos con la recración histórica tengan casi poco en común, curte a un buen número de los que después harán recreación moderna y se contamina con mayor o menor fortuna del geardismo. Súmale el perfil extraordinariamente amplio en nivel socieconómico, cultural, de intereses...la permeabilización (espuria más o menos) es el rasgo más definitorio, pero a eso lo atacaremos en el párrafo final.

Como nota pintoresca parece ser que de forma paralela a la recreación histórica con réplicas de airsoft (algo teatral con notas de tiros) existe el airsoft histórico, que es airsoft (imaginamos que en alguna versión simplificada para quitarle coreografía a lo anterior) usando kits pre-1975. Supongo que fue inventado por fans del Reich cansados de perder siempre.

Hasta aquí parece claro. Gente que viene del mundo Army fan, que encuentra el airsoft para hacer algo menos peligroso, airsofters que hacen el camino inverso y buscan algo más castrense.

Y los geardos? ésos solo existieron de forma testimonial hasta anteayer por la tarde. Algún militar privilegiado, aficionados a las armas o al materil táctico, coleccionistas de kit militar alternativo. La gran irrupción en España vino unida como hermanos siameses por un casual a la recreación moderna que se servía del airsoft. Y la liamos parda.

Y llegaron los airsofters que recreaban (?) con cualquier cosa porque las fuerzas especiales pueden usar lo que quieran, los geardos que compran ese grip orque mola o porque se la han visto a alguien que mola y son incapaces de usarlo tal como fue concebido, los recreadores que sufren esa misma tribulación y todas las variantes posibles. Por no citar la apoteosis: por si no fuese poco con el airsoft, meter en el ajo a la simulación militar como cuarto personaje en esta ya abigarrada escena. Y que nos gusta crearnos etiquetas y expedirnos carnets fulltime de fans y detractores de algo más que a un tonto un perdigón.

Pero de todo esto ya hablaremos más adelante si ustedes me siguen permitiendo el atrevimiento.

El único geardo que conozco



Solo conozo a un geardo comme il faut. Él lo era mucho antes de que conociese esa palabra. Nosotros, que usábamos material diseñado veinte años atrás -y manejando información más de un lustro desfasada- nos reíamos de sus imaginativas equipaciones. Porque venía al campo con un extraño webbing CADPAT (bueno, todo lo CADPAT tiene algo extraño) sobre una exótica camisa de algún camo comercial y aparentemente, el más ajado pantalón del ET que pudo encontrar. Así cada evento en el que coincidíamos, cada vez con material aparentemente inconexo a mis ojos. Vaya panchito, pensaba.  Valiente reinterpretación del chandalerismo en el que nadan sus primeras brazadas la mayoría de los airsofters, hasta que -maldita la hora, apunto hoy- se les ilumina la bombilla y dedicen que hay que ir más de verdad. Más como va la peña que controla.

Este recalcitrante outsider que parecía resistirse a la evolución no contaba además con la mejor planta para subir de categoría. Su afeitado y corte de pelo descuidado, caminar lánguido, casi encorvado y aire definitivamente despreocupado le confería un aire de niño grande, independiente, que las convenciones no iban con él. Pueden ustedes imaginarse la llamativa antítesis que formulaba su sola presencia para aquellos que como nosotros teníamos la recreación como dogma y el desfilar marcando el paso como tendencia.

Hace también ya tiempo que vi un día que el panchito era yo, que por llevar la boina granate (ya saben, el honor del Regimiento y toda la vaina) me caían las hostias que él, por usar algún tipo de ridícula, nada fashion y todavía menos issued  prenda, esquivaba.

También hace ya mucho que está en mi top 5 de las personas más interesantes que esta mierda de las pistolitas me ha dado la suerte de conocer. Su criterio, consecuente desconfianza hacia los seguidismos, esa curiosidad por ver, probar y estudiar, ese realismo pragmático son realmente inspiradores. Think out of the box, que dicen tanto los que tiene verdadero interés por adaptarse y mejorar. 


Resulta sumamente gratificante el construírse tu kit, específico para una situación o no, probar un conjunto o un elemento individual. Buscar una solución para un problema que probablemente ni habías advertido, pero te hace la vida más fácil. Mirar ese producto nuevo que quizás sea la bomba, más probablemente un bluff, quizás una anécdota. Conocer ese fascinante piece-of-kit de origen inesperado y más años que tú. 

Como toda buena investigación, cada puerta que abres no te lleva al final del pasillo ni a ningún Santo Grial, sino a dos puertas más.

No es sencillo. Tiene poco que ver con lo de las pistolitas, e incluso choca con un porcentaje significativo de la afición, el de ir molón. Los que venimos por las vías paralelas de la afición militar y el deporte solemos sufrir ese shock: es genial tener un black kit, pero meterte con él a patear monte es ridículo. Porque todos sabemos que para pegarse de tiros en una escombrera o un pinar, lo mejor es una bandolera con fastmags, un mono de camo y unas bambas. Lo demás ya es buscar otras cosas.

miércoles, 21 de marzo de 2012

En éstas que suena Fortunate Son


También tuve mi equipación y mi partida de Vietnam. Modestísimas, eso sí. Era como un uniforme verde (réplica el pantalón y original la camisa) el casco con su fundita, unas Alice posteriores a la guerra, el M14 y las botas británicas. Una puta mierda, vamos.

Fue en el verano de 2006, cerquita de Lisboa, y para mí que fueron los únicos tres o cuatro días que recuerdo vívidamente de aquella temporada de estío. Bajamos para allá cuatro de DOGS, liados por el bueno de Uru, un auténtico loco por toda la movida del Nam. De esos que sabes que llevan soñando con ese momento desde que tenían trece años.

Resultó bien curioso. Había mucha gente, alguna tan chungamente equipada como yo, un campamento americano donde a cuestiones de disciplina y hachís era clavadito a aquella secuencia de Apocalypse Now de los Huey piñados(ya saben ustedes que hablamos de Vietnam y la iconografía no se la salta un gitano) y ví por vez primera cómo era eso de que hubiese gente que abandonase a su bando para ver cómo son las playas de la zona, que como todo el mundo sabe son equiparables en tranquilidad y calidez con la caribeñas . Que a las doce de la mañana hace mucho calor y no estamos aquí para amargarnos la vida, pisha. Literalmente. Nosotros flipando.

Por aquel entonces el concepto milsim prácticamente no existía -creo que no había óido tal cosa- pero el reenactment histórico ya estaba bien pulido, cuatro años atrás se había celebrado el evento previo ahí en Portugal. Lo tenían bien montado, y antes de nada pasábamos por el boot camp donde un señor vestido de instructor y con un inglés muy bueno nos hacía disparar, lanzar piña-granadas, correr en zigzag y pasar entre neumáticos. Gritando "Sir, yes sir", los que le entendían, que muchos eran españoles.


Nos habían dado un libro con frases útiles en vietnamita: alto, buenos días, dónde está el jefe, dónde están las putas, etc. También un cd con música y cortes de radio de la época, bastante bien seleccionados. Creo que la partida hasta había sido gratis. Los portugueses son excelentes anfitriones.

El juego era era interesante pero muy primitivo: todo se reducía a ir al poblado vietnamita, putearles un poco y que los vietcong nos pillaran en bragas después, o que éstos tuviesen que asaltar nuestra base al estilo soviético. Como una pachanga multitudinaria cualquiera. Los líderes de pelotón se designaban a boleo por la organización, que entregaba un brazalete azul a quien le cuadraba. Me faltó tiempo para agarrar uno e intentar poner en funcionamiento a una escuadra, dando voces en inglés. El resultado fue previsible. Está bien escogido eso de ubicar un conflicto con fuerzas de laxa disciplina para un evento con gente del airsoft normal. En serio.


Me he recordado de ésto por un par de escenas especiales. Por muy pachanguera que sea la partida, eso de patrullar el borde de un pueblo vietnamita que los tuyos están examinando y ver aparecer por el rabillo del ojo de entre los pinos a 30 sombras deslizándose con pijama negro, AK y sombrero de arroz impresiona.

Había un MACV-SOG catalán, totalmente en delirio, que se ponía a cavar pozos de tirador él solo, que obviamente no pasaban del medio metro de profundidad. Verlo dándole a la pala con el torso desnudo, a pleno sol y con estéril resultado me pareció una imagen poderosísima, muy de la locura que evocan las películas.

Me quedé dormido en una trinchera forrada con posters de la Playmate de Junio del 69 y despertar a los diez minutos medio desubicado. Una sensación alarmantemente realista.

lunes, 20 de febrero de 2012

07.25

Mientras espero a que Niño salga del portal con Raptor y funda inequívoca en no se qué estado (es noche de día feriado) con los ojillos diminutos leo el mensaje que acaba de mandarme un compañero de equipo con el que quedaremos dentro de diez minutos. Que si se me fue la mano con los ya clásicos cubatas, me siento un poco mareado y no podré conducir hasta la partida. Lo siento.  Y tal.


Aún no lo sé, pero en mi maletero no viaja la caja con las botas. Y eso que tuve la precaución de dejar el equipaje diáfano en el estudio, para que aunque me quedase yo como Elle Driver en aquella caravana pudiese agarrarlo todo. Pero no fue suficiente, y durante el trayecto y los diez primeros minutos con el DPM puesto el reto es no vomitar (vomitar qué?)  a la vez que mantener los ojos abiertos. Superado eso, todo irá bien.

No puedo evitar no acordarme del que estará ahora en cama, supongo que menos mareado. Lleva poco en el equipo y aunque ha pasado una selection que no es para tomársela a coña,  imagino que todavía no llevará tatuado en la frente el state of mind que dice que no importa nada de lo que hagas con tu vida, salvo estar ahí cuando hace falta estar.

También pienso en un par de años atrás, en el otro amigo al que recogimos hecho un Cristo después de ayudarle a echar la mascada, se pasa cuatro horas de coche sobando, hace una impecable partida de ocho horas con la Minimi a cuesta sin abrir apenas la boca y continúa durmiendo en el viaje de vuelta.

Estas cosas las puedes hacer mientras eres joven. No joven de espíritu ni chorradas de esas: joven en la definición más biológica. Llegas a una edad en la que las resacas te duran tres días y a ciertas horas levantas la bandera blanca e invocas el derecho a parlamentar. No soy un experto, pero debe haber poderosas razones por las que cuidándote muchisimo más, no eres lo mismo que cuando tenías el primer año de carrera en perspectiva.


Sé perfectamente que seguiré tomándome los vermús largos, larguísimos del apertivo, y las copas redondas y pardas, domésticas y nocturnas, hasta que me muera. Y no habrá problema cuando saque barriga y los brazos se caigan y las piernas no me den para cien kilómetros semanales. Porque para eso siempre habrá tiempo. Hace mucho que dejó de ser una carrera contra no se sabe qué.


Sin embargo, el madrugar para ponerte un uniforme y enfrentarte al monte y a otra gente sí tiene prisa. Sí porque antes de lo que pienso no podré hacerlo con regularidad o al mejor nivel. Porque cuando saque barriga, los brazos se caigan y las piernas digan colega, que ya no estamos para verbenas seré una grotesca caricatura vestida de soldado, sufriendo sobremanera por cumplir el trabajo más sencillo. Cuando se apague el fuego de la juventud estaremos bien jodidos.


Para ese día mejor será tener un par de buenas radios, un boli con una libreta y unos galones bien ganados. 

lunes, 30 de enero de 2012

El ridículo más espantoso



Hubo una partida que nos creímos demasiado jefes y acabamos bien jodidos. Por tontos del culo.

Veníamos pocas semana atrás de una serie de juegos en los que cuatro emboscábamos a quince y nos los cargábamos, de llamarnos por radio pidiendo ayuda y cuando aparecíamos al trote por detrás del enemigo aplaudían con cara de haber visto a Santiago en Clavijo. De cuatro tíos ganar solitos partidas de 80. Cosas así, de veras que no miento. De las que le hacen creerse al nás pintado que lo que le echen, se lo va a comer a bocados.


Esta vez tocaba algo menos intenso, de más duración y a unos muchos cientos de kilómetros, ambientado en el desierto afgano. Claro, estábamos a tope:  Oh, cojonudo, dos días, vamos a pasar la noche cazando talibanes, no vamos a dormir, no hace falta llevar nada de acamapada.

Pero qué tontos del culo.


Total, que nos plantamos ahí. A bajo cero de noche. Con el DDPM y poco más. Con tan poco equipo que el que tenía un shemag tenía un tesoro, pero había que turnárselo. Defendiendo una mierda de base, estáticos, al puto raso con sacos de dormir en verano. Cada vez que se escuchaba una voz de alerta o algunos tiros salíamos disparados para repeler la amenaza (el resto de nuestro bando, todavía más inútiles que nosotros, no estaba muy por la labor) y de paso quitarnos un poco ese frío terrible. Yo tenía las botas encharcadas -pude incorporarme, pero los pies congelados no reaccionaban y acabé de morros contra el suelo. Tuve que arrastrarme un trecho hasta una roca para poder tener alguna posición de tiro.

Por si fuera poco, en aquella época andaba con demasiada afición a empolvar la nariz. De concentración no andaba muy fino y de irascibilidad no digamos. Me comporté como un cretino, la verdad.

Desde aquel infausto evento, todas las actividades las planeo para que eso nunca, jamás se repita. Mis chicos conocen esa obsesión machacona por aprender la lección y prepararse para toda contigencia.

El lamentable espectáculo de cuatro tíos inmovilizados por el frío, con la disciplina cogida por hilos, tentados por abandonar como hicieron muchos, pegados entre sí como cachorros de días, sin un miserable toldo y sin prendas de abrigo en una noche a bajo cero.

miércoles, 18 de enero de 2012

El tocino, la velocidad y la relatividad general



Acaba de pasarse por casa el técnico para reparar el frigorífico, que estaba más en el otro barrio que en éste. Posa sus cajas de herramientas en el suelo de la cocina y echa mano de las que va necesitando mientras le doy palique. Que si el termostato, que no rula, que se apaga y al rato hay que volver a encenderlo. Que sí, que aparcar por el centro a estas horas es jodido pero tranqui, que la grúa no la conduce Flash.

En estas que para ayudarse en ver el interior de la nevera saca una linterna cilíndrica, de las de bombilla en un extremo, y se la mete en la boca a la vez que asoma la cabeza al interior.

Ahí flipo. Como cuando alguien te pregunta si le puedes pasar ese documento en un disket, si le compensará ir a Suíza en taxi junto con otros tres de la aldea, si acaso no va finísimo con los mocasines de faux serpiente del Merkal Calzados, si cautivará a sus invitados dando el banquete en el Restaurante O'Toxiño, bodas y comuniones, marisco hasta reventar y cubalibres de Dyc. El tiempo no pasa igual para todo. Einstein tenía razón.

Esto es oldschool del bueno, como al que ves con una linterna de codo de cuando Vietnam (esto lo utilizábamos los guerrilleros de mi promoción, tío, I know what I say) enganchada en el CIRAS multicam chino. Si las linternas frontales salen hasta en la tele, y cuando algo sale en la tele hace mucho que no es nuevo.  La Petzl, la llamamos por concepto aunque sea de otra marca, que tanta vida nos ha dado trabajando en la oscuridad: ella mira donde tú mires, no pesa nadiña y es bondadosa con esas manos que Dios te ha dado, devolviéndotelas.

Desde luego no es una invención militar (género universalmente conocido por la eficacia y dinamismo en sus innovaciones) y sólo una adaptación de los chicos más instruídos y espabilidados de algo más visto que el tebeo en algunas actividades outdoor. O inmine, que no deja de ser una luz de minero tuneada.

Poco más de veinte minutos le llevó al hombre solventar la avería, de modo que siendo francos el no disponer de una luz frontal tampoco le impidió hacer el trabajo. Pero si el fulano tuviese que subir y bajar montañas, lo haría con botas de cuero, negras, altas y rígidas. Con clavos quizás, que son duras. Qué digo, con botas de trabajo! No importa que pesen dos kilos, son muy duras! Como en 1985. Despierta, McFly. 

sábado, 14 de enero de 2012

"Acaso queréis vivir por siempre, sinvergüenzas"?



"Ay... que este año nuevo nos traiga menos inmortales" decía una postal navideña. La peña ponía cosa parecida como firmas en los foros, como estado en el messenger, cosas así. Era hace años, todo eran lamentos. Ahora debe estar démodée.

Nunca me pareció algo muy importante, pero llegó a ser una obsesión universal que si bien puede haber flojeado en la gran galería, seguro que vive en algún grupúsculo. Mi opinión es sencilla: si le puedes dar una vez, aunque no muera, seguro que le puedes arrear otra. La reincidencia consecutiva es rara. Y quejarse de ello es de matados, aunque es contagioso y abunda en eventos de magnitud.

Sí, puede valer si tienes el lujo de contar con otra oportunidad, si puedes dejar que te maten por eso, volver corriendo del respawn y acabar, ahora sí, con él. En otras situaciones es diferente. Por eso hay que mirar mucho si compensa liarse a tiros cuando quizás haya cosas más provechosas que hacer.

Más de una vez me habrán tomado a mí por inmortal. Y seguro que lo he sido: después de pegarle un tiro a un relajado fulano en el brazo desnudo a diez metros sin que mostrase reacción, me lo creo todo. He comentado algo al hilo de lo que me pasó con el M14 - disparos impactados sin consecuencia que se explican mucho mejor por no enterarse que por intención de trampear.

Hace nada, una inútil chiquilla se puso como loca a disparar contra los helechos entre los que había asomado fugazmente mi cabeza. Mientras me revuelvo para rodearla se escucha escupir su réplica mientras grita "tendrá jeta y no morirá!". Disparando hacia donde ya no estaba. Y llamándome tramposo delante de todo el mundo, al lado de la zona de muertos, la tonta del culo. Segundos después aparezco por detrás para darle un correctivo. Querida, tal vez me hubieses dado si apuntases en mi dirección hacia mí. Quizá, repito.

Lo siguiente tiene cierta solera pero resulta un caso curiosísimo. Otro pobre hombre lanzó una furiosa ráfaga contra el denso zarzal tras el cual me escabullía, más o menos como la anterior. Él vería mi silueta entrecortada entre la maleza y en su cabeza figuró imposible el que ninguna bola traspasase ese muro. Se enfadó airadamente, "si él no muere, yo tampoco". No me sienta del todo bien, aunque sea una boutade de un infeliz. Porque aunque sea un pobre gilipollas, tiene alguna razón en sospechar: coño, ha soltado medio hicap. Igual alguna... aunque sea por saturación de aire-bolas-ramas. Juraría que no. Bueno, realmente es que no.

El mismo día, en un episodio que no me explico, pillo a este tipo por la espalda, a tiro de piedra. Él está con la rodilla a tierra, sin enterarse que estoy ahí, pensando si decirle "bang" o tirar de pistola. Como siempre resulta mejor disparar, le descerrojo un tiro en la espalda, a poco más de la distancia decente para dispararle a alguien.

Se hace el silencio después del solitario tiro de pistola de gas. Él sigue ahí, mirando a la espesura del bosque mientras continúo con el brazo extendido. Si hubiesen sacado una foto, parecería la escena de una ejecución soviética. Pasan un par de segundos y vuelvo a apretar el gatillo. Es básicamente imposible. Su espalda no está protegida más que por una camisa y me he podido comunicar antes con él hablando, por lo que deduzco que su capacidad auditiva debe ser suficiente.

Una ráfaga desde detrás me arranca de mis pensamientos: un compañero de mi equipo lo fríe desde media distancia. Ha debido flipar. El triplemente muerto se levanta para volver al respawn lleno de serenidad. No sé por qué demonios diez bolas desde lejos le resultan más llamativas que dos disparos a bocajarro.

Todavía no me lo explico.

lunes, 2 de enero de 2012

El láser


Ese puto designador me miraba lascivo. Vén, agárrame, sóbame, cárgame a tus hombros y acaricia con la punta de tus Oakley mi dispador. Joder. Yo aguantando. Haciéndole ojitos cada vez que levantaba la vista de los papeles y alejaba la boca del walkie.

Unas horas antes mi contacto con la organización aparece con ese trasto a cuestas y una sonrisa pícara que dice "chaval, esto te va a gustar". Maldita sea, esta réplica de SOFLAM AN/PEQ 1 es una artistada. Aunque muy sobredimensionada, su construcción es más que sólida y funciona terriblemente bien: un par de interruptores abajo, se encienden un par de pilotos y un rayo verde como mi pulgar de grueso cruza el campo hasta un par de miles de metros allá, mínimo. Me compongo gravemente -el jefe tiene que por lo menos aparentar estar tranquilo- disimulando la emoción infantil cuando lentamente deslizo que imagino por dónde irán los tiros con el cacharro este, o más bien las JDAM. La respuesta, dice socarrón, me la dará la evolución del día.





Aunque ya sabía que iba a ser largo de cojones.

Tanto que casi se prolonga hasta las primeras luces del siguiente. La noche había hecho disminuir drásticamente la eficiencia de mi gente. De 64, solo 18 estaban en condición de hacer algo. Ya, ya, esto es milsim y estamos todos a tope, vamos a darlo todísimo, nosotros recreamos (?) nosotros somos la polla. La mayor parte ocupados en lo único que harían con eficacia: dormir. El resto de los valientes y útiles, protegiendo nuestra base y el sueño de sus habitantes. Los menos, en la profundidad del bosque y la noche.

Con éstos, los contactos por radio resultan cada vez más escasos y espaciados en el tiempo. Las baterías se agotan. Las cosas no salen bien. Buscan al enemigo en un escenario enorme.
En el interior del perímetro no estamos mejor. Los guardas se mantienen, pero es imposible que se relajen. Hace frío, les pido que estiren su turno para comprarles a los compañeros media hora más de sueño. A ratos les doy palique, los animo o les reprocho según el momento.

Cuando vuelvo al puesto de mando esa puta sigue mirándome. Ese láser que es como el baile estático de la serpiente.

-"Hay una nueva misión. No tiene mucha ciencia: ilumina la base enemiga con el láser durante 60 segundos, y te garantizo mucha muerte y destrucción entre los insurgentes."

Hago cuentas mentales. No salen. No tengo gente a la que mandar. De los que están fuera algunos -como el 22nd- llevan ahí desde las diez de la mañana, y ahora van a dar las tres de la noche. Ninguna de sus misiones son prescindibles. Todavía quedan más de diez horas hasta echar el telón y no quiero quemar a nadie en una tarea que va a llevar su tiempo. Repaso el mapa en mi cabeza: el objetivo no está cerca. De noche y con los caminos controlados por el enemigo, hará falta una navegación perfecta para acercarse ahí. Y luego está encontrar el lugar donde instalar el cacharro y encenderlo durante un minuto. Ojalá fuese una mierda inflarroja.

Miro a mi alrededor. Tengo dos accesos a la base, en una puerta dos tíos. En otra todo un lujo: tres. Echo una ojeada al walkie, mudo desde hace mucho. Aquí está toda la fruta vendida.

Vaya puta mierda de ejemplo voy a dar, pienso. Deslizo mis dedos sobre el designador. Aquí poco hago, pero si me pillan va a ser una catástrofe. Pero si no voy yo a hacerlo es posible que no se haga.

Dejo el casco y el fusil sobre la mesa. Aviso a un centinela de que me voy y volveré en un par de horas, que cuide del cortijo.

Reuno a toda prisa a un pelotón que aún tenía la cena en la boca. Vamos a salir. El plan es este: subimos los diez hasta cerca de la base enemiga. A unos 200 metros solo dos se aproximan conmigo. Cuando yo esté listo para buscar la ubicación donde disparar, se vuelven al resto el pelotón cuidándose de que los vean, y atraigan la atención de los defensores al lado opuesto por el que acechamos mi metálico amigo y yo. Yo me arreglaré la vida para volver a base mientras ellos aún tendrán que patear monte buscando unos dichosos campos de cultivo.

Subiendo hacia donde acampa la insurgencia me percibo como una especie de agrimensor furtivo y me invade una extraña sensación de estar desubicado. Bueno, cargando una enorme caja con trípode sobre el hombro en medio de una columna es algo novedoso para mí. Gracias a Dios no es pesada, pero sí realmente incómoda. Los chicos de mi pelotón son buenos y aciertan en la navegación. En caso de que haya ostias ellos llevan sus fusiles, mientras esté con ellos la misión tendrá una oportunidad. De cuando en vez palpo las cachas de la 226 dentro de la Serpa, para saber que sigue ahí.

Llega el momento de la aproximación final mientras me repito que esto no va a fallar, porque si perdemos al jefe y al rayo de la muerte, los aliados nos vamos al carajo. Me lo repito fuerte cuando una linterna se dirige hacia mis dos solitarios escoltas, descubiertos antes de lo previsto. Sospecho que también me ha intuído el centinela alejado y cabrón, pero no me sigue muy convencido. En estos momentos la mente va rápido de cojones y vienen a mí flashes sobre la de veces que hemos entrenado cosas así, y que cuando las cosas se ponen interesantes no hay nadie que saque fotos molonas. El plan inicial naturalmente ha fallado y los guardas ojearán en todas direcciones, incluída la mía. Sonrío un instante mientras busco una ruta para colocar el laser que me sirva para entrar y salir por patas. . Tendré que correr como un diablo y a ciegas, de modo que mejor será que no sea por un sitio cruzado por un barranco.

No hay muchas más opciones que colocar el rayo peligrosamente cerca, el terreno es más plano de lo esperado. Los cabrones de la base son disciplinados y no encienden luces, de modo que solo puedo intuir su ubicación a partir de lo que me han marcado los chicos del recon. Paciencia, que no hemos llegado hasta aquí para joderla tontamente. Hasta que un gañán me da un regalo e ilumina una tienda. Ahora muevo yo. Con el trípode bien clavado, respiro hondo y hago feliz a mi zorra.

Cuento a partir del uno, hasta el cincuenta y nueve. Muy despacio. Ya no hay marcha atrás. Se va haciendo difícil contar tranquilo mientras vienen hacia mí rasgando la noche con sus linternas. Disparan pero desde muy lejos, no calculan bien las distancias. Apuran el paso y dan unas voces espantosas y francamente groseras.

cuarentayocho cuarentanueve cincuenta cincuentayuno cincuentaydós

De carrerilla. Levanto el SOFLAM de un salto sin plegar el soporte y me lanzo hacia la oscuridad rezando para que no tengan a nadie más rápido que yo. Estaban muy cerca, sabían donde disparar y podrían haberme jodido. Pero no tuvieron esa suerte, y los jodidos fueron ellos. Me quedaban cruzar unos cuantos kilómetros de bosque en una noche sin luna y precisamente por donde el enemigo tenía sus rutas de aprovisionamiento.

En el rato que me llevó en volver al puesto de mando, los muy pardillos pensaban que había sido secuestrado. Angelitos. Aunque más tarde los putos insurgentes me la devolvieron en una acción que merece otra batallita.