Solía decir que prefería las réplicas de gas sobre las eléctricas porque le parecían más realistas, que ese ruidito del AEG como que no era serio. Que el PLAS PLAS era cosa de hombres. Perfecto. Así que se llevaba una UZI de KWC, algo muy espectacular, con una cadencia del demonio que pegaba unos petardazos increíbles. Hasta molaba que te disparase con eso.
Semanas más tarde continuó por esa línea sorprendiéndonos a todos con un M1 Carbine de Marushin. 8 milimitracos de bola, que volaba lenta pero muy lejos y precisa. Guau. En aquellos días se dejaban ver poquísimas cosas con esas prestaciones, pero tampoco era de sniper. Aunque hubiese que acerrojarla a cada disparo, era como muy pequeña como para entrar en esa categoría.
La breve trayectoria de este hombre por los campos pasó con placidez y discreción, solo remarcable por su fijación con el gas.
Hasta que un día me lo encuentro disparando a un chaval en la lejanía de espaldas, demasiado ocupado repeliendo ataques en otra dirección. Mi AEG no le alcanzaba ni de coña, pero nuestro héroe continuaba tiroteándole feroz pero esterilmente, enfadado. Cada garbanzo de 8mm para Cuenca. Casi lamento interrumpir su tirada al decirle que me pase el M1, que hay que arreglar lo de ese fulano. Encaro la carabina a ojo y aprieto el disparador. El protectil vuela limpia y suavemente toda esa notable distancia hasta acabar en la espalda del rapaz, que se levanta con la mano arriba.
No, no es que yo fuese un extraordinario y muy instintivo tirador. Era un disparo que cualquiera podría haber hecho de primeras. Me quedé con la copla y ese día procuré ir junto a él, fijándome en qué hacía.
Resulta que no le daba a nadie. Nunca. Solo se encontraba con alguien, se disparaban y él moría. Algo virtualmente imposible, más con la cadencia de esa UZI que usaba profusamente en CQB. Al día siguiente nos enteramos que esa mierda con razón pegaba petardazos, porque disparaba a 450 fps. Eso sería una máquina de reventar gente tal en esas circunstancias, pero como jamás acertaba a nadie, no había peligro.
Cohibido por la insospechada potencia destructura del subfusil y no menos alarmado por los casi 550 fps del ala del M1, rápidamente fue espaciando sus comparecencias en los campos hasta cesarlas. Desde entonces es el hombre con la peor puntería del mundo, honor indisputado hasta la fecha.
Semanas más tarde continuó por esa línea sorprendiéndonos a todos con un M1 Carbine de Marushin. 8 milimitracos de bola, que volaba lenta pero muy lejos y precisa. Guau. En aquellos días se dejaban ver poquísimas cosas con esas prestaciones, pero tampoco era de sniper. Aunque hubiese que acerrojarla a cada disparo, era como muy pequeña como para entrar en esa categoría.
La breve trayectoria de este hombre por los campos pasó con placidez y discreción, solo remarcable por su fijación con el gas.
Hasta que un día me lo encuentro disparando a un chaval en la lejanía de espaldas, demasiado ocupado repeliendo ataques en otra dirección. Mi AEG no le alcanzaba ni de coña, pero nuestro héroe continuaba tiroteándole feroz pero esterilmente, enfadado. Cada garbanzo de 8mm para Cuenca. Casi lamento interrumpir su tirada al decirle que me pase el M1, que hay que arreglar lo de ese fulano. Encaro la carabina a ojo y aprieto el disparador. El protectil vuela limpia y suavemente toda esa notable distancia hasta acabar en la espalda del rapaz, que se levanta con la mano arriba.
No, no es que yo fuese un extraordinario y muy instintivo tirador. Era un disparo que cualquiera podría haber hecho de primeras. Me quedé con la copla y ese día procuré ir junto a él, fijándome en qué hacía.
Resulta que no le daba a nadie. Nunca. Solo se encontraba con alguien, se disparaban y él moría. Algo virtualmente imposible, más con la cadencia de esa UZI que usaba profusamente en CQB. Al día siguiente nos enteramos que esa mierda con razón pegaba petardazos, porque disparaba a 450 fps. Eso sería una máquina de reventar gente tal en esas circunstancias, pero como jamás acertaba a nadie, no había peligro.
Cohibido por la insospechada potencia destructura del subfusil y no menos alarmado por los casi 550 fps del ala del M1, rápidamente fue espaciando sus comparecencias en los campos hasta cesarlas. Desde entonces es el hombre con la peor puntería del mundo, honor indisputado hasta la fecha.
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