También tuve mi equipación y mi partida de Vietnam. Modestísimas, eso sí. Era como un uniforme verde (réplica el pantalón y original la camisa) el casco con su fundita, unas Alice posteriores a la guerra, el M14 y las botas británicas. Una puta mierda, vamos.
Fue en el verano de 2006, cerquita de Lisboa, y para mí que fueron los únicos tres o cuatro días que recuerdo vívidamente de aquella temporada de estío. Bajamos para allá cuatro de DOGS, liados por el bueno de Uru, un auténtico loco por toda la movida del Nam. De esos que sabes que llevan soñando con ese momento desde que tenían trece años.
Resultó bien curioso. Había mucha gente, alguna tan chungamente equipada como yo, un campamento americano donde a cuestiones de disciplina y hachís era clavadito a aquella secuencia de Apocalypse Now de los Huey piñados(ya saben ustedes que hablamos de Vietnam y la iconografía no se la salta un gitano) y ví por vez primera cómo era eso de que hubiese gente que abandonase a su bando para ver cómo son las playas de la zona, que como todo el mundo sabe son equiparables en tranquilidad y calidez con la caribeñas . Que a las doce de la mañana hace mucho calor y no estamos aquí para amargarnos la vida, pisha. Literalmente. Nosotros flipando.
Por aquel entonces el concepto milsim prácticamente no existía -creo que no había óido tal cosa- pero el reenactment histórico ya estaba bien pulido, cuatro años atrás se había celebrado el evento previo ahí en Portugal. Lo tenían bien montado, y antes de nada pasábamos por el boot camp donde un señor vestido de instructor y con un inglés muy bueno nos hacía disparar, lanzar piña-granadas, correr en zigzag y pasar entre neumáticos. Gritando "Sir, yes sir", los que le entendían, que muchos eran españoles.
Fue en el verano de 2006, cerquita de Lisboa, y para mí que fueron los únicos tres o cuatro días que recuerdo vívidamente de aquella temporada de estío. Bajamos para allá cuatro de DOGS, liados por el bueno de Uru, un auténtico loco por toda la movida del Nam. De esos que sabes que llevan soñando con ese momento desde que tenían trece años.
Resultó bien curioso. Había mucha gente, alguna tan chungamente equipada como yo, un campamento americano donde a cuestiones de disciplina y hachís era clavadito a aquella secuencia de Apocalypse Now de los Huey piñados(ya saben ustedes que hablamos de Vietnam y la iconografía no se la salta un gitano) y ví por vez primera cómo era eso de que hubiese gente que abandonase a su bando para ver cómo son las playas de la zona, que como todo el mundo sabe son equiparables en tranquilidad y calidez con la caribeñas . Que a las doce de la mañana hace mucho calor y no estamos aquí para amargarnos la vida, pisha. Literalmente. Nosotros flipando.
Por aquel entonces el concepto milsim prácticamente no existía -creo que no había óido tal cosa- pero el reenactment histórico ya estaba bien pulido, cuatro años atrás se había celebrado el evento previo ahí en Portugal. Lo tenían bien montado, y antes de nada pasábamos por el boot camp donde un señor vestido de instructor y con un inglés muy bueno nos hacía disparar, lanzar piña-granadas, correr en zigzag y pasar entre neumáticos. Gritando "Sir, yes sir", los que le entendían, que muchos eran españoles.
Nos habían dado un libro con frases útiles en vietnamita: alto, buenos días, dónde está el jefe, dónde están las putas, etc. También un cd con música y cortes de radio de la época, bastante bien seleccionados. Creo que la partida hasta había sido gratis. Los portugueses son excelentes anfitriones.
El juego era era interesante pero muy primitivo: todo se reducía a ir al poblado vietnamita, putearles un poco y que los vietcong nos pillaran en bragas después, o que éstos tuviesen que asaltar nuestra base al estilo soviético. Como una pachanga multitudinaria cualquiera. Los líderes de pelotón se designaban a boleo por la organización, que entregaba un brazalete azul a quien le cuadraba. Me faltó tiempo para agarrar uno e intentar poner en funcionamiento a una escuadra, dando voces en inglés. El resultado fue previsible. Está bien escogido eso de ubicar un conflicto con fuerzas de laxa disciplina para un evento con gente del airsoft normal. En serio.
Me he recordado de ésto por un par de escenas especiales. Por muy pachanguera que sea la partida, eso de patrullar el borde de un pueblo vietnamita que los tuyos están examinando y ver aparecer por el rabillo del ojo de entre los pinos a 30 sombras deslizándose con pijama negro, AK y sombrero de arroz impresiona.
Había un MACV-SOG catalán, totalmente en delirio, que se ponía a cavar pozos de tirador él solo, que obviamente no pasaban del medio metro de profundidad. Verlo dándole a la pala con el torso desnudo, a pleno sol y con estéril resultado me pareció una imagen poderosísima, muy de la locura que evocan las películas.
Me quedé dormido en una trinchera forrada con posters de la Playmate de Junio del 69 y despertar a los diez minutos medio desubicado. Una sensación alarmantemente realista.